LA pasada semana, el fiscal especial para la seguridad vial anunció que los conductores responsables de accidentes con víctimas mortales o lesiones severas serán imputados por homicidio imprudente o daños graves. Aplaudiendo cualquier medida que mejore las garantías de seguridad ciudadana, debemos revisar uno de los supuestos contemplados por encubrir un problema serio y complejo. Se afirma que entre los supuestos de responsabilidad, además de la velocidad, el uso del móvil, la alcoholemia y las distancias de seguridad, se encuentra “circular sin respetar los tiempos de descanso”.
Desconocemos la habilidad para intuir de forma retrospectiva si alguien descansó o no, por lo que tememos que más bien se deducirá si, tras el accidente, hay indicios de que el conductor se quedó dormido al volante.
Pero, en éstos casos, ¿quién es el responsable? En 2010, los accidentes de circulación mataron a 1.730 personas en España; por suerte, un 9,1 % menos que en 2009. Según la Dirección General de Tráfico, cada muerto cuesta a la sociedad 1,4 millones de euros; es decir, unos 2.500 millones de euros; sin contar con el coste emocional y social para sus allegados. Pues bien, existe evidencia de que la apnea del sueño está detrás del 20 % de ellos. Las personas afectadas, (en nuestro país, entre 5 y 8 millones de personas) presentan pausas respiratorias nocturnas, inconscientes, que roban el oxigeno necesario, provocando el resto del día: somnolencia, desanimo e incluso depresión… y aquello de: ¡cómo ronca su marido, vecina!.
El problema es que sólo están diagnosticados entre un 5 y un 9 %. La mayoría de los afectados no saben que algo les pasa; y, aunque descansen… no descansan.
En el año 2001 se demostró el coste/efectividad de financiar públicamente los CPAP: un aparato que introduce aire por la nariz, durante toda la noche, a través de una mascarilla. El coste de las muertes provocadas por la apnea sería de 476 millones de euros al año.
La Sociedad española del ramo (Separ) ha pedido que pruebas de apnea durante los reconocimientos del carnet de conducir, especialmente para profesionales del transporte, sin que hasta la fecha hayan sido escuchados. Para ellos, los accidentes derivados son más graves que los causados por el alcohol: “Mientras que las personas que conducen ebrias reaccionan con lentitud, torpeza y con evidente falta de reflejos, las personas que se duermen al volante no llegan ni siquiera a reaccionar, no se produce ni la acción refleja de frenar”.
La lista de espera diagnóstica hospitalaria es hoy cercana al año; si bien, un simple programa telemédico domiciliario generalizado, tendría resultados diagnósticos igualmente válidos y a mucho menor coste. La sanidad pública española es muy buena y muy barata: un 7,5 % del PIB, frente al 9,5 de media europea o el 12,5 americano. Hay margen. Entonces, ¿quién se duerme al volante…?
Medio de publicación: Diario de Sevilla
Fecha: 28 de julio de 2011
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